martes, 30 de noviembre de 2010

Psicomotricidad

Psicomotricidad

Dada la estrecha relación existente entre tono y equilibrio hemos considerado conveniente dedicar el actual escrito a ambos aspectos, aunque, por razones prácticas, sea la educación del segundo, su evolución, tipos, vinculación con otros aprendizajes y la personalidad del niño, el que principalmente nos ocupe.

Desde una perspectiva psicomotriz podemos entender el tono como la capacidad para mantener el equilibrio, posibilitando tanto el mantenimiento de la actitud postural como el movimiento global o segmentario de nuestro cuerpo y sus partes. Según el mayor o menor grado de contracción muscular se dan diversas clases de tono:

Paratonía: consiste en una fuerte contracción muscular de origen neurológico.
Hipertonía: similar al anterior, también se trata de una intensa contracción de los músculos, pero aquí va acompañada de bruscas sacudidas.

Hipotonía: consiste en la descontracción de los músculos cuando se hallan en reposo, dándose en este estado movimientos simples no trabados.

Entonía: considerada como un perfecto equilibrio de la tensión de los músculos, los cuales se encuentran en grado óptimo para la realización de la tarea o actividad.

La paratonía, hipertonía e hipotonía conllevan una inadecuada integración del esquema corporal y son normalmente concordantes con problemas afectivos y personales.

Es fácil enlazar la tonicidad del individuo con aquellas actividades que tienen como meta el contacto humano y también con las sensaciones interoceptivas y propioceptivas.

Poseer un tono adecuado es facilitar la tensión muscular suficiente y necesaria tanto para el reposo como para la acción dinámica, lo que implica la mínima pérdida de energía y por consiguiente menor cansancio o agotamiento. El control del tono supone una tensión armónicamente equilibrada en la que los músculos se hallan perfectamente preparados para la ejecución de la tarea. Como puede deducirse, el tono está muy unido a la respiración y relajación y cualquier alteración de los mismos repercutirá en el primero.

En cuanto al equilibrio, lo vamos a definir como la capacidad para mantener de forma estable el centro de gravedad de nuestro cuerpo, es una de las conductas motrices básicas y constituye el fundamento de toda coordinación dinámica sea parcial o global. Un inapropiado control del equilibrio ocasiona en el niño un incremento superfluo de su esfuerzo, dificultando su capacidad de atención y de trabajo, y llegando a provocarle auténticos estados de inseguridad y angustia.
A grandes rasgos, diferenciamos dos tipos de equilibrio, el equilibrio estático y el dinámico o en movimiento, pero ninguno de ellos es innato sino que se va adquiriendo de modo progresivo a partir de la maduración neuromuscular.
La evolución del equilibrio estático puede observarse a través de las siguientes etapas señaladas por E. y G. Guilmain:
http://www.youtube.com/watch?v=rMXLlKnRpT4

Cuatro años:
mantenerse inmóvil, de puntillas y con los pies juntos un mínimo de diez segundos.
Cinco años: permanecer estático sobre un solo pie, a la “pata coja”, por lo menos diez segundos.

Seis años: mantenerse quieto con los ojos cerrados y los pies juntos sesenta segundos o más.

Respecto al desarrollo del equilibrio dinámico o en movimiento hemos de indicar que son tal la cantidad de recursos que pueden utilizarse y la variedad de ejercicios, que gozan de un gran atractivo entre los alumnos y alumnas. Actividades típicas son las de desplazamiento: siguiendo líneas rectas, curvas... de puntillas, sobre los talones, a la “pata coja”, en cuclillas... llevando un objeto en la cabeza, hombro, brazo... Sobre alturas diferentes: colchonetas, tacos, adoquines, cajones, bancos suecos... Combinaciones diversas, circuitos, etc. tareas que bien secuenciadas nos permiten observar fácilmente el estado o nivel en que los chicos se hallan y continuar estimulando su desarrollo de forma agradable y divertida.
No debemos olvidar que un buen control del equilibrio favorece:
·         El conocimiento del cuerpo.
·         La creatividad.
·         La apropiada adecuación al movimiento.
·         La libre expresión de motivaciones inconscientes.
·         La confianza y seguridad en sí mismos.
Para ello conviene que toda programación se secuencie lenta y meticulosamente, se observe el nivel de adaptación del niño a las distintas alturas y se disminuya progresivamente la ayuda que en principio algunos niños y niñas han requerido.

En cada sesión se tenderá a alternar las actividades de equilibrio estático con las de movimiento, las realizadas en el suelo con las de diferentes alturas sobre materiales variados y las de portar objetos sobre la cabeza; en éstas habremos de tener muy presente que la progresión irá siempre de lo más grande y ligero a lo más pequeño y pesado. Y no debemos olvidar que el éxito obtenido por el niño en estas sesiones es un factor decisivo para aumentar su autoconfianza y la fe en su progreso.
               


                                                       VIDEOS

Ejercicios de Psicomotricidad en niños de 4 años.
12/12/2011